Cuento de Andersen (Ver biografía de Hans Christian Andersen )Adaptación: Eugenio Sotillos
Ilustraciones: María Pascual
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Hace muchos años, en el tiempo de las hadas y los genios, existió una mujer que no había tenido hijos. Un día, se fue al encuentro de un mago y le pidió:
- Quisiera adoptar a una niña.
- Tendrás lo que deseas – dijo el mago -. Planta esta semilla en un tiesto y espera el resultado. Pero te advierto que la niña que nazca será muy pequeña.
La mujer volvió a su casa e hizo lo que el mago le dijo.
A la mañana siguiente vio que de la semilla había nacido una hermosa flor. En el centro de la flor, ¡Oh, maravilla!, había una hermosa niña que no medía más de media pulgada.
La mujer, llena de alegría, le hizo construir una pequeña camita y se sintió muy feliz.
Una noche, unos grillos entraron por la ventana y al ver aquella niña tan hermosa se la llevaron con ellos al bosque.
- Quiero volver con mi madre – dijo la niña, llorando a lágrima viva.
- No llores – contestó uno de los grillos – El bosque es más divertido que las casas de los humanos. Pero cuando llegue el invierno te devolveremos otra vez a tu hogar.
Pero, al llegar el invierno, los grillos se olvidaron de su promesa y abandonaron a la niña.
- ¡Oh! Empieza a nevar y voy a morirme de frío.
Caminando, caminando, llegó hasta la guarida de una ratita.
- ¿Puedo quedarme a vivir contigo, ratita? – preguntó la niña.
La ratita se compadeció de ella y la dejó entrar en su casita. Como la niña era tan diminuta, pudo sentarse en las sillitas y utilizar los pequeños muebles que se había construido la rata.
La niña, para agradecer la generosidad de la ratita, la ayudó a arreglar la casa y, en los ratos libres, cantó las dulces canciones que le había enseñado su madre adoptiva.
Un día le dijo la rata:
- El señor Topo, nuestro vecino, se ha prendado de ti y hoy vendrá a hacernos una visita. Quiere casarse contigo, ¿sabes?
- ¡Oh! ¿Casarme yo con ese animal tan feo?- Sí, es feo – respondió la rata – y además es ciego. Pero es muy rico.
A la hora prevista se presentó el señor Topo luciendo unos pantalones rojos y una casaca azul. Como era ciego no pudo contemplar la belleza de la niña, pero quedó prendado de su dulce voz.
- ¡Jamás había escuchado unas canciones tan bonitas! – dijo maravillado.
El topo invitó a la niña y a la rata a visitar su casa el día siguiente. Pero Pulgarcilla, que así llamaba la ratita a su amiga, se escapó aquella misma noche.
Después de caminar varias horas, al despertar el día se sentó a descansar en el claro de un bosque. De pronto, vio que a sus pies había una golondrina herida.
-¡Oh! – gritó la niña –. Algún cazador ha debido de lastimarla.
La recogió delicadamente entre sus manos y la abrigó en su regazo, pues estaba muerta de frío.
Gracias a los cuidados de Pulgarcilla, la golondrina se puso buena y tuvo otra vez fuerzas para volar.
- ¿Qué puedo hacer para agradecerte tus bondades, hermosa niña? – preguntó la golondrina.
- ¿Podrías ayudarme a salir de este bosque? El señor Topo quiere casarse conmigo, pero yo no le quiero.
- ¡Claro que te ayudaré, Pulgarcilla!- prometió la golondrina -. Sube encima de mí y nos iremos volando a otro país más soleado y lleno de flores.
La niña montó sobre la golondrina y ésta remontó el vuelo por encima de los árboles y las montañas.
- Ya estamos llegando a mi nido – dijo la golondrina. - ¿Te gustaría vivir en él? Si lo prefieres, puedes vivir debajo de las flores que hay al pie de este árbol.
La golondrina depositó a su amiguita debajo de una planta y, de pronto, vieron que en el centro de la flor más hermosa había un niño tan pequeño como ella.
- No te asustes – dijo el niño -. Hace muchos años que te espero. Soy el rey de las flores y un genio me encantó y me convirtió en un niño diminuto. Mi encantamiento desaparecerá el día en que me case con una princesa de mi estatura. Eres muy hermosa. ¿Cómo te llamas?
- Pulgarcilla – contestó la niña -. No mido más de una pulgada.
- Desde hoy te llamarás Rosita, pues eres tan bella como esas flores. ¿Quieres casarte conmigo? Aunque no seas princesa, mereces serlo.El príncipe depositó un beso en la mano de Pulgarcilla y, al instante, ambos recobraron su estatura normal.
El príncipe llevó a Pulgarcilla, que ahora se llamaba Rosita, a su palacio y los reyes los recibieron con gran alegría.
La madre de la niña asistió también a la boda y se quedó a vivir en palacio.
La ratita generosa y la golondrina agradecida visitaron muchas veces a los jóvenes príncipes y siempre fueron recibidas con alegría. Gracias a ella, Pulgarcilla se convirtió en una princesa y se libró del señor Topo.
Marita: me has hecho volver a mi niñez... por un momento me dió la sensación que tenia 8 años... a mi me encantaban los cuentos de Andersen
ResponderEliminarUn beso muy fuerte
Me encantó el cuento... me trasladé a mi niñez, a esa inocencia única y bella que todos llevamos por dentro... gracias amiga!!!
ResponderEliminarhola¡¡¡ que bueno que te gusten los cuentos, sobre todo aquellos libros ilustrados por María Pascual, ¿podrías subir más dibujos de los libros que tu tienes?
ResponderEliminarHola anónimo (pongan su nombre, así sé a quien referirme). Sí, voy a ir subiendo más cuentos de estos libros de a poco. Estoy tomando las fotos y escribiendo los textos...
ResponderEliminarSaludos!
hola,me encantan las ilustraciones de maria pascual,yo tenia libros de cuentos ilustrados por ella,pero se perdieron o los regalo mi madre al crecer yo...
ResponderEliminarhe visto las ilus de pulgarcita y el soldadito de plomo que has subido...si tienes mas,por favor...compartelas con nosotr@s..gracias!
Hola Arttax. OK. En esta semana me pongo las pilas y subo otro cuento... A mi también me encantaban y aún me gustan mucho estos cuentos e ilustraciones.
ResponderEliminargracias MaritaCR,estare al loro...jejeje
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